Somos muchos los colombianos que hemos crecido viendo como los políticos de este país hacen todo lo posible por desprestigiarse cada vez más. Muchos los que no entendemos por qué ellos siguen ahí, enclavados como parásitos alimentándose de los recursos de todos nosotros. Pero también somos muchos, que lo único que hemos hecho es criticarlos y permitir con nuestro silencio y nuestra abstención que ellos sigan ahí por nuestra culpa, “ahí están y ahí se quedan” podríamos asimilar esta frase de mala recordación para quienes vivimos el proceso 8000.
Raro y criticable para muchos, que un candidato al Senado, que tiene parte de su trayectoria profesional en el ejercicio público se atreva a criticar su escenario diario. Pues sí, me atrevo, porque yo soy uno de aquellos que no quiere que el país siga sometido a los despropósitos de muchos de sus dirigentes, y que los esfuerzos que muchos hemos hecho para lograr mejores condiciones de vida para nuestros compatriotas, sean destrozados en manos de quienes solo pretenden asegurar su futuro con actos indelicados que avergüenzan y llenan de rabia a todos los colombianos.
Les pido a quienes me leen, que me permitan apartarme de mi condición de político y me vean hoy como un ciudadano mas que también vive, siente y padece como ustedes lo que en esta patria sucede a diario.
Como ciudadano voy a expresar lo que no quiero más, sin hacer distinción de partido, género, raza o etnia: no quiero más políticos que no tengan un postulado filosófico claro en el cual sustenten sus propuestas políticas y que por lo tanto no sean capaces de defenderlas y más grave aún que ni siquiera las tengan. No quiero a aquellos que lo único que proponen es una bonita cara o un bonito cuerpo, o una muy buena publicidad, o un puesto, o un contrato, o una casa, o un mercado, o 50.000 pesos para que lo elijan. No quiero más a aquellos que se hacen elegir porque el alcalde, el gobernador, el capo, jefe o bandido del momento ordenó votar por él, o peor aún, amenazó si no se votaba por él. No quiero más dirigentes que insultan al país con sus ostentaciones económicas fruto en su mayoría no del esfuerzo empresarial de él o de sus familias, sino obteniendo recursos comprometiendo normas y acciones de beneficio especifico para terceros, compromisos que hace el político pero que pagamos todos a través del estado. Menos me gustan aquellos que derrochan el dinero en las campañas políticas, obteniéndolo por montones del porcentaje que sacan de la contratación pública que sus amigos, socios, compinches o para mi, cómplices; otorgan en las administraciones locales, regionales y nacionales.
Hoy en la política colombiana, hay muchos de estos que ni a usted ni a mí nos gustan, pero también hay alternativas, hay gente joven, nueva, preparada, con experiencia y con la autoridad moral de invitar a sus conciudadanos para que los acompañen en procesos sociales diferentes, a través de los cuales podamos recobrar la confianza y la esperanza.
La responsabilidad es de cada uno de nosotros, o participamos o dejamos de criticar, por que definitivamente la mejor alternativa no es dejar que lleguen los mismos para que hagan lo mismo, debemos buscar y respaldar a los mejores o buscar y respaldar a aquellos que rompen paradigmas pero participando, que se someten al duro ejercicio de la política poniendo su vida y sus ideales al escrutinio público. No todos son malos, si hay también quien merezca nuestra confianza.
