miércoles, 21 de octubre de 2009

De JUANES a CALLE 13


De mis tres hijas, dos afortunadamente están superando la etapa de esa enfermedad con pronóstico positivo llamada adolescencia y la menor aún no llega a ella. Con las dos mayores, cada que teníamos una reunión familiar, cuando viajábamos juntos en el carro o cuando estaban con sus amigos, siempre sosteníamos la misma discusión, ¿Qué es lo que tanto les gusta de esos sonsonetes, que cuando se alcanzan a entender, no dicen nada? Y siempre responde la chiquita “pues el ritmo paaa’, el ritmo”, pareciera que ella tenían la vocería de las mayores, que simplemente asentían.

Creen muchos que “la música de hoy” no dice ni transmite nada y nos centramos en reclamar a los cantantes y autores que propongan algo con su música, pero nuestra reclamación siempre va mas allá, la hacemos extensiva a la mayoría de las expresiones artísticas. ¿Qué significan esas instalaciones que vemos hoy en todas las exposiciones?, ¿por qué no entendemos las pinturas o la esculturas con las que nos topamos a diario?, ¿que significan esas retahílas que escuchamos en todos los festivales o encuentros de poesía?, ¿por qué tan extrañas las puestas en escena de las compañías teatrales?. Y además nos escandalizamos con la presentación, lenguaje y actitud de los autores de estos inentendibles artísticos.

¿Qué reclamamos entonces?, acaso no pedimos que con sus obras nos permitan encontrar otra faceta de la realidad y nos motiven a pensar, profundizar y discutir sobre ella. Por qué tanto aspaviento cuando Juanes propone y hace un concierto en Cuba, acaso no les reclamamos a los artistas mayor conexión con el mundo y sus realidades, no fue entonces este un acto a través del cual el mundo por un lado y Cuba por el otro, con un artista como eje, se conectaron y evidenciaron una misma realidad.

Colombia se escandalizó al ver como en la entrega de premios Mtv, el grupo boricua Calle 13 expresó una posición política. La opinión y posición de estos músicos no la comparto, la rechazo profundamente, exijo respeto para nuestro gobernante y para nuestro país. Los términos de su posición política son insultantes y desmedidos. Pero además sus explicaciones demuestran que este fue un acto farandulero con poco contenido filosófico, no han sido capaces de argumentar su postura y por el contrario han tenido que retractarse. Es descomedido que desconociendo la realidad de nuestro país opinaron sobre él.

Mucho va del prudente y altruista trasfondo social de Juanes a la insulsa y ramplona politiquería farandulera de Calle 13. Pero sin embargo estos dos actos, lo que nos dejan ver, es que por fin podrá ser realidad aquello que tanto venimos reclamando: expresiones creativas que transformen materiales, imágenes y sonidos para transmitir y generar no solo sentimientos si no también ideas y opinión, y que sus autores asuman la responsabilidad social que tienen como modelos a seguir por diversas generaciones. Bienvenida esta alternativa a pesar de estas imperfecciones y de no compartir muchas expresiones artísticas y muchas de las opiniones que a través de ellas o no, puedan generar sus autores.

miércoles, 14 de octubre de 2009

LOS GODOS TIRAN LA PRIMERA PIEDRA


La dificultad política por la que está pasando Andrés Felipe Arias debería ser un motivo de unidad y apoyo por parte de toda la dirigencia azul, pero en forma increíble, la primera dificultad del que es hoy en día el candidato conservador más sólido para aspirar al solio presidencial, divide al partido. Esto lo evidencia el periódico El Colombiano titulando una nota sobre las rupturas al interior del Partido Conservador a raíz de los escándalos por el programa Agro Ingreso Seguro (AIS) “Candidatura de Arias divide a los conservadores”.

Muchos políticos conservadores indignados por las irregularidades en la entrega de subsidios de AIS han salido públicamente a señalar a Arias como responsable de la entrega de millonarios subsidios a familias adineradas del Magdalena y otros departamentos. Sin mucho recato ni prudencia, algunos se han adelantado a las investigaciones de las entidades correspondientes y han tildado a Arias de mentiroso y poco ético. Con estas graves aseveraciones diferentes figuras públicas han asumido el papel de jueces de la República, hecho que preocupa puesto que debilita la institucionalización nacional.

Los medios le han endilgado al ex ministro una responsabilidad política que posiblemente tenga o no. Pero el fondo está en la culpabilidad que tienen aquellos encargados directos de la adjudicación de los subsidios, es a ellos a quien les cabe no sólo la responsabilidad política, sino también la administrativa y la penal. ¿Para qué el estado deposita en las ONGs estas responsabilidades, si no es para evitar los supuestos errores en que la administración pública ha incurrido? A ellos hay que reclamarles la transparencia en el proceso, transparencia que al parecer no existió por su falta de control y por la deshonestidad de aquellos que falsearon la información para acceder a estos beneficios. Estos si son los responsables reconocidos de la defraudación a un programa estatal bien intencionado.

El Partido Conservador Colombiano pasa por un buen momento. Con figuras como la de Andrés Felipe Arias el partido azul ha retomado protagonismo e importancia en la vida política nacional. Es una pena que los conservadores en lugar de respaldar a Arias se disuelvan por la presión mediática que ha generado la entrega de subsidios de AIS. Si bien lo sucedido con este programa es cuestionable, es apresurado e imprudente señalar con dedo acusador y sin evidencia probatoria al ex ministro Arias como el culpable del hecho.


Hace falta solidaridad, solidez y coherencia entre los conservadores. Hacemos parte de una colectividad que nos agrupa por una identificación con unos principios determinados que compartimos, es una equivocación adelantarse a las autoridades competentes y señalar a Arias como el culpable de la entrega poco transparente de subsidios a familias acaudaladas. Andrés Felipe es hoy el candidato joven más visible y prometedor del Partido Conservador y de la política colombiana, llevarlo al paredón de la infamia por un responsabilidad que no le ha sido demostrado es cortarle las alas a un líder joven en ascenso que ha contribuido al resurgimiento de un partido decadente y que hoy puede ser la fuerza política que une en Colombia. Sí el partido se va a desintegrar con la primera dificultad de uno de sus líderes en campaña, entonces no está en capacidad de asumir la jefatura de un Estado donde los problemas y los escándalos justificados e injustificados son el pan de cada día. Que lastima que se mantenga la mala costumbre de entre amigos tirarnos la primera piedra.

miércoles, 7 de octubre de 2009

EL MONO CARNICERO


Quien en su infancia o adolescencia no estuvo sometido a la presencia en su entorno cercano de alguno de esos personajes con los que nunca pudo congeniar. Pues yo no fui ajeno a uno de ellos. Por alguna travesura de la naturaleza, era el hijo de un señor muy decente y discreto que era el carnicero del barrio, pero su vástago, no había heredado ninguna de las dos cualidades que yo recuerdo de su padre, por el contrario, siempre tenía que hacerse notar por algo indecente, esta era una razón por la cual nunca quise ser amigo del “mono carnicero”. Pero había otra de mucho más peso, este personaje tenia la fama en el barrio de coger los gatos, rociarlos con gasolina y prenderlos vivos. Gracias a Dios nunca lo vi, pero el solo rumor me hizo detestarlo.

Cuando en nuestras tertulias de esquina, nos desvelábamos soñando y prediciendo que queríamos o habríamos de ser en el futuro, siempre nuestros augurios no fueron positivos para el “mono”, por el contrario siempre lo imaginamos como el “árbol torcido que nunca enderezaría su rama”. Ni sus ex amigos, ni sus familiares saben si aún vive, pues después de terminar el bachillerato y prestar su servicio militar, nunca más se volvió a saber de él. No creo que hoy sea un filántropo dedicado a servir a la humanidad o por lo menos un hombre de bien al que le preocupe los problemas de los demás.

Nuestra generación, la de los padres de hoy, tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos en la solidaridad y el respeto para con nuestros semejantes. Las nuevas generaciones entenderán que lo ajeno no se sustrae y que lo que no es nuestro se respeta; si no nos ven comprando la fauna silvestre que es en forma inmisericorde arrancada de su entorno y si desde pequeños entienden que tener una mascota implica unas obligaciones de cuidado y protección serán responsables con la sociedad. Los adultos del mañana serán justos, cuando vean que aquellos animales que trabajan para nuestro beneficio y nuestra protección, cuentan con las mejores condiciones de bienestar en su cuidado, en su labor y al final de su capacidad laboral. Nuestros hijos desde hoy y para siempre, sabrán que como dice Rafael Pombo, “Nadie debe divertirse con los dolores ajenos”, mientras no nos vean sometiendo a otros seres vivos a actos degradantes, salvajes y dolorosos para supuestamente nuestro disfrute.

Los colombianos, solo seremos capaces de pedirle a las diferentes generaciones respeto por la vida de todos los seres humanos, en tanto tomemos la firme y radical decisión de respetar la vida de todos los seres que nos rodean. Este además de ser un acto de responsabilidad, es una acción de pedagogía, que nos permitirá de la forma más hermosa, ofrecer y adquirir las herramientas necesarias para que nuestro presente y el futuro de nuestros hijos, no sea como el del “mono carnicero”.

jueves, 1 de octubre de 2009

¡¡¡MATAME FUTBOL MATAME!!!


Después de varios años de sostener una tímida relación, esa fría noche del 31 de mayo de 1989, por fin se llegó la hora de sellar de una vez por todas y para siempre mi amor por el futbol y por mi verde del alma. ¿Cómo no hacerlo?, si después de ocho horas de viaje, tres de fila, y seis y media de espera para ver el pitazo de arranque, los verdolagas me corresponden con nada más y nada menos que con la Copa Libertadores de América de fútbol. Era definitivo, acompañaría a mi equipo por siempre y a donde fuera.

Once años duró mi fanático romance, hasta que una tarde del año 2000, cuando por culpa de mis padres no fui a ver el clásico de la montaña, para cumplirles la promesa de llevar a su casa a mi niña de tan sólo un año, una horda de bandidos con camisetas del rojo intentaron voltear el carro en el que íbamos, por la simple razón de que quien lo conducía, para mitigar la pena de no ir al estadio, se vistió con la camiseta del verde. Aún hoy no entiendo como logre salir de tan aparatosa situación. Desde ese día prometí no volver al estadio a ver partido de futbol alguno.

Hoy no sé si la decisión que tome hace nueve años fue la correcta, pero por lo menos les garantice a mis hijas y a mi esposa, que tendrían un riesgo menos de quedar huérfanas y viuda. Pensándolo bien y ante los acontecimientos que vemos a diario, creo que fue la mejor decisión. No volví al estadio, pero tampoco volví a vestir una camiseta de mi equipo preferido ni de ningún otro. No voy a correr el riesgo que cualquier visitante en bus y trabado, sin razón alguna me apuñale para desahogarse por que su equipo perdió o celebrar por que triunfó. No voy a correr el riesgo de ser uno más en la ya gruesa estadística de los asesinados por hinchas viajeros que no tienen reparo en ejercer todo tipo de actos vandálicos por las rutas que transitan.

Los únicos que parecen no darse cuenta de lo que pasa son los dueños y directivos de los equipos. O por lo menos si se dan cuenta, quien sabe con qué perversa razón se hacen los locos. ¿Por qué ninguno parece preocuparse por el tema? Siguen estimulando que niños y adolescentes descarriados sigan semanalmente discurriendo por el país, no acompañando a sus equipos, sino propiciando las malas costumbres, el vicio y la muerte; degradando un espectáculo que debería ser de esparcimiento familiar. ¿Por qué los equipos siguen reservando la boletería para sus barras de vándalos viajeros? ¿Por qué los directivos siguen patrocinando económicamente a estos rufianes? ¿Por qué los dueños y directivos de los clubes y de la DIMAYOR siguen esperando que el Congreso y el Gobierno dicten normas restrictivas cuando son ellos quienes deben restringir los estímulos a estos vándalos? Señores dueños y dirigentes de los equipos, señores dirigentes del futbol, si bien el problema es de educación y de valores, también es de formación y de estímulos inadecuados, en lo cual ustedes tienen una gran responsabilidad.

Mientras tanto no correré el riesgo de pagar los treinta mil, los sesenta mil o los ciento veintiséis mil pesos que vale la camiseta del verde, según la acera o la tienda en que la compre, para que de cuenta de ella se haga literal el grito de “MATAME VERDE MATAME”.