martes, 19 de enero de 2010

"A veces llegan cartas"


Quienes tomamos la decisión de hacer política y de buscar ser elegidos en algún cargo de representación, estamos sometidos todos los días a conocer actuaciones y declaraciones de todo tipo, unas de ellas que van desde lo ridículo hasta lo sorprendente y de la lambonearía rampante a lo insultante. El pasado 17 de enero me llegó un comunicado, del cual transcribo varios apartes. Si bien este refleja lo que pasa en la política colombiana, no deja de ser útil comentarlo porque es justamente la razón de muchos de los problemas y del desprestigio de esta actividad.

Dice el mensaje: “…analizando las diferentes propuestas que los partidos nuevos me están ofreciendo, me permito comunicarle mi retiro de su campaña al Senado. Ya he tenido varias propuestas de partidos como el PIN, ADN, Opción Verde, en donde me han ofrecido para colaborarles en su campaña al Senado y Cámara la suma de un millón por cada mes que falta, o sea por enero, un millón, por febrero otro y por marzo otro millón. Lo mismo a mis líderes populares de barrio o de pueblos, la suma de 300000 pesos a cada uno, por cada mes. Veo que su campaña doctor Carlos Mario, no atiende los requerimientos económicos de la misma, en nuestra región. No sé como sea en otras regiones. Debido a ello, me permito renunciar al apoyo de su campaña al Senado de la República, a partir de hoy 17 de enero del 2010…”

Quiero aclarar que este comunicado no proviene de una de aquellas regiones con fama de utilizar métodos “tradicionalmente” inadecuados para conseguir votos, tampoco su autor es un “dirigente” de algún municipio de Antioquia, aunque aquí la situación no dista mucho de lo reflejado en este comunicado, o mejor, hago la corrección, aquí se rebasó lo manifestado. Por doquier en nuestro Departamento vemos algunos candidatos y candidatas comprando “lideres” y sobornando conciencias con pagos mensuales o contratos en administraciones públicas.

Como corresponde a mi actitud política y personal, le he agradecido a este ex colaborador haber renunciado a mi campaña al Senado, justamente son este tipo de personajes los que no quiero en mi propuesta política y son este tipo de acciones las que combatiré como hasta hoy lo he hecho, sólo lamento que no me haya hecho su propuesta con anticipación para no tener que aceptarle su renuncia sino para expulsarlo. El país tendrá que reconocer en estos movimientos, que solo renovaron sus nombres porque sus integrantes siguen siendo quienes en las diferentes regiones de Colombia se han apoderado de los recursos públicos, un engaño más que una alternativa y los ciudadanos también tendrán que identificar en los partidos tradicionales a aquellos que con sus prácticas los han desprestigiado.

Ante la Procuraduría General de la Nación presentaré el documento completo, con su correspondiente procedencia, y a los candidatos y candidatas que les gusta este tipo de clientela, con gusto les doy nombre, dirección y teléfono, para que los “tumbe”, porque con seguridad de aquí al 14 de marzo, apoyará y se retirará de muchas campañas según el desespero de los aspirantes.

miércoles, 13 de enero de 2010

¡QUE VIVA LA FIESTA!


¡Claro! después de la fiesta viene el guayabo y el remordimiento, podrá decir cualquiera, y posiblemente sea lo que hoy me está sucediendo. Pero sin embargo, creo que se justifica hacer una reflexión sobre lo que son y deberían ser las tradicionales fiestas de los municipios.

Durante estos primeros días del año 2010, en muchos de nuestros pueblos colombianos y antioqueños se celebraron fiestas, con muchos nombres y seguramente con muchas motivaciones, pero fundamentalmente lo que siempre se busca es el reencuentro de los paisanos, el regreso a casa de aquellos que por cualquier motivo partieron de su terruño y la reintegración de las familias. Esto justifica las festividades, la alegría de los residentes y visitantes, el entusiasmo de volver a ver a sus amigos, a sus familiares y los paisajes de infancia. El querer y poder estar de nuevo allí, caminando sus viejas calles y conociendo las nuevas, justifica muchos sacrificios.

Pero después de “tanto gozo” también nos tendremos que hacer varias preguntas. Para mí, una que es fundamental. ¿En torno a que nos estamos congregando? Y después muchas otras ¿son verdaderamente celebraciones de tradición y de cultura? ¿Quiénes realmente las disfrutan? ¿Realmente si es una celebración? Pues a riesgo que muchos me critiquen, creo que hay muchas cosas que revisar. ¡Que pasamos bueno!, eso es indiscutible, pero ¿construimos algo de tradición y cultura para el futuro? aquí si me caben algunas dudas.

En la mayoría de fiestas municipales a las que pude ir, nos congregamos para presenciar y “disfrutar” de unos espectáculos generalmente musicales, la mayoría con géneros poco tradicionales de nuestras regiones y que por supuesto, habrían de prolongarse hasta altas horas de la madrugada. En todos con un desbordado consumo de licor en las personas de todas las edades y géneros, y por supuesto no faltó la consecuencia de la combinación de multitud, licor y sentimientos a flor de piel.

En muy pocos municipios se vieron muestras artísticas de cualquier género, que fueran representativas de la cultura local. Pero lo que más tristeza me causa es no poder decir que son fiestas para disfrutar en familia, a menos que pretendamos que nuestros hijos desde muy temprana edad trasnochen y adquieran el hábito del licor. Mínimas y en algunos casos totalmente ausentes las actividades para niños y jóvenes. Definitivamente nuestras fiestas tradicionales de pueblo se volvieron parrandas, que si bien dejan algunos ingresos para los comerciantes, también dejan ejemplos qué si nos detenemos a evaluar, no son los que quisiéramos para nuestros hijos.

¡QUE VIVA LA FIESTA! Que viva la parranda y la celebración, pero que esta sea también de cultura y tradición y que en ella quepan todos los de la familia. Señores alcaldes, señores concejales, señores líderes cívicos, señores comerciantes, señores directores de cultura, ¡algo tendremos que hacer!

Una anotación: “Después de ser parte de los malos ejemplos, parrandeando en las fiestas de pueblo”, no voy a dar otro más, por eso no voy a corridas de toros.