jueves, 24 de febrero de 2011

Columnista o periodista


La semana anterior en un noticiero nacional, el periodista Gerardo Aristizabal, entrevistó en vivo y en directo al Ministro del interior y de justicia, sobre el nuevo proyecto de Ley que busca modificar el DAS. Una vez terminada la entrevista, el Ministro trato de retirarse y el periodista quiso hacer un resumen de lo respondido por el doctor Vargas Lleras. Cuál sería la sorpresa del Ministro al escuchar la conclusión, que se devolvió, y conminó al comunicador para que corrigiera lo dicho, porque su conclusión no tenía nada que ver con lo respondido y por el contrario, era una suposición sin fundamento del entrevistador.
Creo que muchos, podrán asemejar esta anécdota con lo que a diario escuchamos, vemos y leemos: periodistas que no transmiten la información, si no que por el contrario a lo que debe ser su función, la interpretan y la modifican, lo que en forma delicada, esta tergiversando la opinión pública. Más peligrosos aun, son aquellos que simplemente suponen o intuyen la noticia y la transmiten como una verdad que realmente no tiene ningún sustento que la haga valida, la opinión pública, la asume como cierta de acuerdo con el prestigio y el poder del medio o del periodista que la transmite.
Gran diferencia hay entre los columnistas de opinión y los periodistas. Los primeros, gracias a la voluntad de directivas o propietarios de los medios, tenemos la oportunidad de utilizar un espacio en estos, para ver, interpretar, opinar, controvertir, imaginar, suponer y soñar con o sobre lo que pasa, pasó o queremos que pase; sin atentar contra los derechos que tienen los demás ciudadanos y sujetos a los principios y políticas del medio en el que se participa. Esta misma posibilidad, la tienen los periodistas cuando actúan como columnistas de opinión, pero no creo que lo puedan hacer, cuando actúan como testigos de la realidad del mundo. Nunca los columnistas nos podemos creer periodistas por el simple hecho de escribir nuestra opinión. Se requiere de formación y conocimiento para ejercer con responsabilidad tan noble profesión. Sin embargo, algunos carecen de la responsabilidad.
En muchas ocasiones después de ver, leer y escuchar algunos medios, no sentimos la satisfacción de creernos bien informados, por el contrario, quedamos con lastima o contrariados, al ver como algunos periodistas maltratan a sus fuentes, pretendiendo inclusive sobreponer su opinión contra la del entrevistado. En otros momentos, el sentimiento es de sorpresa o sorna irónica, al evidenciar como el comunicador trasmite algo diametralmente opuesto a lo que realmente sucede. Hay situaciones en los que quisiéramos que la interacción con el medio pudiese ser más rápida, para poderle decir a estos que simplemente no saben de lo que hablan y que es evidente su desconocimiento del tema. Sin embargo, es inevitable sentir rabia, cuando esta información te toca y sabes que no fue corroborada y mucho más, cuando el comunicador tiene un interés particular, que te hace entender que no tendrás la oportunidad de controvertirla.
Una cosa es opinar con responsabilidad y otra muy diferente, es la responsabilidad de transmitir verazmente lo que sucede. Lástima, que a pesar que todos los periodistas lo sepan, algunos por arrogancia, interés o mezquindad no lo practiquen.

jueves, 17 de febrero de 2011

Escupiendo al cielo

Ahora vera que en este Departamento la administración pública, las obras y en general las cosas bien hechas, solo existen desde el 1 enero del 2008. Menos mal que llego el mesías salvador, que en tres años logró descubrir todo lo malo y hacer todo lo bueno. Por lo menos, eso es lo que nos quiere hacer creer el Gobernador Ramos y algunos de sus funcionarios, que en cuanta oportunidad tienen, despotrican y desacreditan la gestión de sus antecesores.
No creo que el doctor Ramos, tuviese la necesidad de destruir lo hecho, para edificar sobre las ruinas, en aras de tener una mayor popularidad o de hacer más evidente su gestión. Por el contrario, él es un hombre capaz y de suerte, de aquellos que así las cosas le salgan mal, siempre parecen lo contrario; algunos consideran además, que políticamente goza del efecto teflón, porque todo lo que pasa alrededor de su equipo o al interior de el, le resbala; conocedor y hábil como el que más, en el manejo de los medios de comunicación y también un hombre de buenas maneras, aunque a veces estas se le olviden allende el área metropolitana.
Tampoco habrá que menospreciar o difamar su gestión en busca de reivindicar las anteriores. Sin excepción, aquellas y esta se defienden solas. La actual con mayor razón: el gobierno de Luis Alfredo Ramos ha logrado impactar la opinión de los antioqueños con acciones de toda magnitud y también ha logrado hacer visible algunos proyectos, que podrán ser de gran trascendencia en la vida de las futuras generaciones o ser un monumental fracaso, la historia y los resultados lo dirán. Pero cierto es, que a este gobierno le ha ido bien, sin querer decir que es al único o el mejor. Entonces ¿cuál es la razón para que esta administración se haya empeñado en hacer creer que las anteriores solo han cometido errores?
No se le ve bien al mandatario de los antioqueños, que él o sus subalternos, digan que las mayores obras de infraestructura hechas en el pasado son una vergüenza. Primero tendrá que revisar cuantos de los promotores de ellas son sus amigos, y las propusieron e hicieron, contando en su momento con el apoyo de Ramos. Igualmente, habrá de mirar cuantos de los constructores e interventores, hoy son sus asesores y cuántos de ellos son hoy los contratistas de las obras que su gobierno contrata, solo bastaría una pregunta: ¿quién construirá el túnel de oriente? Deberá revisar el señor gobernador, por que los gremios de la construcción no se pronuncian, gremios dirigidos por algunos de sus actuales aliados. No se le ve bien a sus subalternos decir que decisiones de hoy son para enmendar errores de gobiernos anteriores, ¿entonces se demoraron más de tres años, trabajando con los mismos funcionarios de gobiernos anteriores, cercanos y lejanos del actual, para darse cuenta y tomar correctivos?
Creo más bien que el transfondo es solo político, más bien electoral, mejor dicho electorero. Querer desacreditar a quien ya gobernó con éxito, para tratar de atajarle una nueva aspiración. Equivocada estrategia, deberá recordar el doctor Ramos, que él también la padeció por parte de otros y que por el contrario se fortaleció. Entonces, ¿qué hace un hombre de tan buenas maneras escupiendo al cielo?

jueves, 10 de febrero de 2011

Hecho sobreviniente


Difícil es entender las razones por las cuales el señor Presidente de la República, expidió el pasado 21 de enero el Decreto-Ley 141, con el cual se reforman las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR), extinguiendo de paso la posibilidad para que la sociedad civil, representada en las ONG ambientales de su jurisdicción, a participaran activamente en los procesos de sus concejos directivos. Fuese cual fuese la motivación, en principio refleja un completo desconocimiento de estas entidades, de su origen, sus funciones y que intereses defienden. Si no, ¿cuál sería la razón, para apresurarse con una norma que correrá la misma suerte de los decretos de emergencia social emitidos en diciembre de 2009 y enero de 2010? Al igual que aquellos, este será declarado inexequible, como mínimo con el mismo argumento, “no es un hecho sobreviniente”. Con modificación o sin modificación de las CAR la emergencia invernal nos hubiese puesto en la misma condición.
Injusto es limitar al movimiento ambiental, el que a raíz de la expedición de la Constitución Política de 1991 y dos años después con la Ley 99 de 1993, obtuvo justamente la más amplia posibilidad de participación en la vida democrática. Antioquia cuenta hoy con cerca de 320 organizaciones ambientales, distribuidas a lo largo y ancho del territorio, las cuales se han consolidado en la defensa del medio ambiente y desarrollo de las comunidades directamente beneficiadas, como propósito fundamental. Basta resaltar el ejemplo del Oriente del Departamento donde conscientes de la responsabilidad que se tiene para con los recursos naturales y aprovechando el alto nivel de participación comunitaria que los caracteriza, poco a poco han fortalecido y consolidado cuatro niveles de Organización Ambiental: Un primer nivel llamado Organizaciones de Base que son la raíz y esencia del movimiento ambiental en el Oriente Antioqueño; El segundo nivel, que agrupa todas las organizaciones del primer nivel que pertenecen a un área geográfica determinada, y sus componentes son todas las organizaciones no gubernamentales ambientalistas (ONGA), existentes en un Municipio; El tercer nivel que son las organización de carácter subregional ; y el cuarto nivel cuya única organización que existe de este tipo es la Asociación de Organizaciones Ambientalistas del Oriente Antioqueño, (Adoa) de la cual hacen parte todos los niveles anteriores. Adoa agrupa 210 ONGA (5500 personas) de 26 Municipios del Oriente Antioqueño. A las asociaciones regionales, les compete concertar con las corporaciones todas las políticas ambientales y las acciones que se implementarán en cada vigencia con los demás niveles de la organización, hasta llegar a la esencia del movimiento ambiental que son las ONGA de base (Primer Nivel).

Más de 20 años de acción constante desde la base en las comunidades rurales y veredales hasta la conformación de la asociación regional, permite mostrar acciones y logros concretos en pro de la recuperación, protección, mitigación y sostenibilidad de los recursos naturales, representadas en cientos de hectáreas reforestadas con arboles nativos, parcelas agroforestales, parcelas silvopastoriles, miles de huertas caseras implementadas, cientos de pozos sépticos construidos, millones de especies ícticas sembradas en los ríos , importantes procesos de educación ambiental, talleres para sensibilización a miles de personas en temas ambientales; adicionalmente, una participación activa a través de elaboración de agendas ambientales para los entes territoriales, construcción colectiva de planes de desarrollo, acompañamiento en la formulación, revisión y actualización de los esquemas de ordenamiento territorial, acompañamiento a la formulación de los planes de gestión ambiental municipal y planes de ordenamiento de cuencas hidrográficas.

En conclusión, ¿será que el Gobierno Nacional en su afán por tener el control absoluto de las CAR y darle un lugar privilegiado a la minería, aprovechó el estado de excepción para emitir un decreto que además de limitar la participación de los verdaderos actores, no resuelve un hecho sobreviniente, es inconstitucional y violatorio de tratados internacionales?

A empezar de cero


Lograr que los colombianos tengan servicios de salud accesibles y oportunos, sin duda alguna requerirá no solo de una modificación a la Ley de seguridad social en salud, sino además del acondicionamiento de todos los actores del sistema a esta nueva normatividad, y también a los cambios en las costumbres y porque no, en la cultura de los ciudadanos para la utilización de los servicios.
No solo es acondicionarse, también es prever hacia dónde va el sistema, y en Antioquia, esto es precisamente lo que no está pasando. La reforma al sistema de salud colombiano estableció, como se preveía, que los servicios de salud deberán estar integrados en redes de servicios y no seguir funcionando, los prestadores especialmente, como satélites aislados, cada uno tratando de defender su nicho y mirando cómo sobrevivir, por el contrario se estimula la organización y la asociación, lo que permitirá una mayor integralidad en la atención a los usuarios, garantizando la posibilidad de una movilidad oportuna entre los diferentes niveles de atención, además de garantizar mayores y mejores oportunidades económicas para las empresas prestadoras de servicios de salud. Ese paso ya se había dado en Antioquia, cuando se promovió la integración de todas las instituciones de carácter departamental de segundo nivel que funcionan en el área metropolitana. Esta integración garantizaba movilidad y atención oportuna desde el primer nivel, hacia los servicios de cirugía, ginecología, ortopedia, medicina interna, pediatría, psiquiatría, enfermedades infecciosas e inmuno-contagiosas, neumología, cuidados intensivos, a demás con la adquisición de un importante porcentaje de la Clínica León XIII, también se integrarían servicios de tercer y mayores niveles de complejidad. Sin embargo la politiquería primo, desde la Dirección Seccional de Salud de Antioquia se desmontó la integración y se “regalo” el porcentaje comprado al seguro de la León XIII. Hoy cada uno de los hospitales, antes en vía de integración, con dificultades sobreviven y tendrán que juntarse para permanecer, pero este proceso gracias a la miopía, tendrá que arrancar de cero.
Es principio natural de las ciencias de la salud, que en términos de morbi mortalidad, lo más rentable es la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad y todos los formados en estas ciencias después de la mitad del siglo XX hasta hoy, sabrán que esto es igual a la atención primaria en salud. Pues la nueva reforma en salud, establece este mecanismo como eje fundamental del sistema y al igual que con la integración lo promueve y estimula. En Antioquia se había establecido una red de “promotores de salud” que habían logrado censar a casi toda la población de este departamento, un sistema tal vez mejor que el del sisben, que había caracterizado aun a la población más pobre y apartada, de los cuales se conocía su condición social, económica y de salud, y mediante este mismo mecanismo se identificaban sus riesgos y se intervenían, pero también se podía ingresar al sistema de salud a aquellos que todavía no estaban en él. Tan bueno era el programa de Atención Primaria en Salud (APS) de Antioquia, que sirvió como modelo para la identificación de la población susceptible de beneficios por el programa de familias en acción. Sin embargo por las mismas causas se desmontó, hoy se tendrá que volver a implementar, para lo cual se deberá también arrancar de cero.
Ni siquiera se habrá que esperar a que la historia juzgue los grandes retrocesos, los graves errores y las falacias cometidas en los últimos años con el sistema de salud en Antioquia. Tan solo los hechos actuales, las nuevas leyes de la Republica y las tendencias mundiales, ratifican que el éxito no radica en construir e inaugurar muchos hospitales, más bien se requiere prevenir, integrar y regular adecuadamente.