jueves, 31 de marzo de 2011

El mandatario ya se va


En varias ocasiones, he criticado aquellos gobernantes, que consideran que cualquier señalamiento a su gestión es descalificable, con los argumentos que quien las hace, dejó el gobierno o por el contrario, quiere y tiene la posibilidad de llegar a él; o que el nuevo gobierno solo acaba de llegar o que ya se va a acabar; incluso pretenden hacerlo, vapuleando y descalificando a la persona que las hace, escarbando lo más recóndito e insignificante de sus vidas, para poderlos desautorizar. Hoy por el contrario, tengo que registrar con asombro, pero también con desilusión, la triste realidad que viven los gobernantes, cuando su gestión empieza a llegar al final. No sé de donde los políticos de este país, porque no son solo en Antioquia, se creyeron el cuento que los mandatarios, no pueden gobernar y como tal, ejercer la totalidad de sus funciones hasta el último minuto, del último día del mandato para el cual fueron elegidos, en el caso actual, hasta el 31 de diciembre de 2011 a las 11:59:59 pm. Ni la Constitución, ni el tarjetón dicen que solo puede ejecutar obras, contratar, inaugurar, vincular o desvincular personal y proponer proyectos, entre otras, hasta septiembre, octubre o noviembre. Mas irresponsable sería un mandatario, que después de haber hecho todo el proceso para ejecutar cualquier obra o acción de gobierno, no la formalice porque su mandato esta ad portas de terminar. Según esto, lo mejor sería que no se iniciara ningún proceso, ya que en lo público, casi todos son “eternos”, gracias a los mismos políticos, que han convertido el ejercicio de lo público solo accesible para ángeles y los tramites en este sector, extremadamente dispendiosos. Dañino para la democracia y para la gestión pública, este nuevo paradigma. En Medellín, el Concejo municipal le aprobó a la administración un Estatuto de valorización, el cual le serviría, para financiar entre otras las 22 obras del plan vial de la comuna 14, hoy que se quiere decretar la valorización para iniciar 14 de ellas, los concejales y otros políticos dicen que no se debe hacer, con el pírrico argumento que “estamos en año electoral” y que “este gobierno ya se va a acabar”. Leí el acuerdo, y por ningún lado se establece salvedad a su aplicación en estos dos casos. El inclemente invierno que hemos padecido durante el último año, casi dejo sin banca la carretera que une la autopista Medellín – Bogotá, con el municipio de Cocorná. El Gobernador Ramos, dispuso una partida de casi 1000 millones de pesos para la reconstrucción de esta. Por el riesgo que implica y en concordancia con los interventores del departamento, el municipio como contratante y los contratistas, se determino que la vía debe cerrarse por dos meses y medio, para poder hacer las obras. Sin embargo, algunos políticos del pueblo, amigos de quien dispuso los recursos, consideran que esto no se debe hacer. Me pregunto:¿ estos mismos, están dispuestos a asumir la responsabilidad de una tragedia en este sector? Pero detrás, solo está el mismo argumento: “este es un año electoral” y “el Alcalde ya se va a ir” Difícilmente saldremos del sub desarrollo, en un país en el que cada dos años hay elecciones, cada una con sus periodos de Ley de garantías; en el que el primer año de gobierno no se hace nada por que hay que definir plan de desarrollo y nuevos presupuestos y en el último año tampoco, porque según los políticos, el mandatario ya se va.

Los arrepentidos


Loable es en los caballeros, que reconozcan sus errores y los enmienden. Pero lo que está pasando en Colombia no tiene nada de lo uno ni de lo otro, lo que cunde, es una casta de dirigentes políticos arrepentidos del pasado, además desagradecidos con aquellos que les tendieron la mano, contrariados con quien no hizo lo que quería, faltos de altura para contradecir a quienes a sus ex amigos e irrespetuosos con los ciudadanos, creyendo que no tienen memoria. Aunque el derecho a opinar no se le quita. El ex presidente Samper deberá estar muy arrepentido de haber recibido la ayuda de Álvaro Uribe Vélez, para ser presidente y antes de haber sido el único dirigente liberal que en Antioquia lo apoyó en 1990 en la precandidatura contra Gaviria. Igualmente, arrepentido estará de haberle aceptado ser su embajador en Francia, máxime cuando no fue capaz ni de posesionarse. Muy duros, habrá de ser los golpes de pecho, para atacar de tal forma a Uribe, sin ningún asomo de vergüenza, pretendiendo el ex mandatario, hacerle creer al país que será la voz de la moralidad y el visionario de las grandes estrategias de desarrollo social. Se le olvido la falta de autoridad que la mayoría de colombianos le otorgan después del proceso 8000. Otro arrepentido es el ex presidente Andrés Pastrana, quien después de haber sido embajador de Colombia en los Estados Unidos, considera que el jefe del gobierno que él representaba, es lo peor que le ha pasado al país. Entonces ¿qué y a quien representaba?, o se dio cuenta que era malo después de haber tenido que presentar su renuncia, como suele suceder solo se arrepintió cuando se le acabo “la teta”. Todo parece indicar además, que ni flagelándose con látigos en las carnes vivas, logrará espiar las culpas que siente, por haber sido miembro activo, dirigente, Senador, Alcalde y Presidente con y en nombre del Partido Conservador, el que hoy considera “partido de corruptos”, partido que hoy mantiene exactamente los mismos dirigentes que habían cundo ostentó sus dignidades. A Pastrana también le hicieron todo a sus espaldas. Arrepentido desde hace días esta Rafael Pardo, quien llego al Senado de la República en el 2002 con la promesa de buscar revocar el Congreso, en el que estaban y serian reelegidos los mismos, con contadas excepciones, que votaron después por él como candidato presidencial y hoy lo sostienen como presidente del Partido Liberal. En ese entonces llego en nombre del Nuevo partido, nuevo y fugaz, con la promesa de acompañar y defender a Uribe como presidente. Chupó, disfruto, se mostro, perdió y se arrepintió de haber estado donde estuvo. Otro arrepentido ha de ser el Ministro Vargas Lleras, quien un mes antes de las elecciones en el 2002, abandonó a su jefe Horacio Serpa, por irse para donde Uribe, a aprovecharlo política y burocráticamente, siete años de usufructo y hoy arrepentido por haber tenido que aplazar 12 su aspiración presidencial. El más arrepentido de todos tendrá que ser Uribe, quien en su afán hegemónico, quiso no tener oposición, disuadiéndola con ideas, política o burocracia, para que finalmente después de ser utilizado, terminaran siendo lo que eran, los mismos políticos faltos de ideología partidista y de postulados filosóficos, interesados solo por lisonjas personales. Lo malo es que más temprano que tarde habrá otro arrepentido, Juan Manuel Santos, de cuenta de su Unidad Nacional.

jueves, 10 de marzo de 2011

Viudos del poder


¿Sera verdad ese comentario que hay por la calle, que con frecuencia se escucha en los mentideros políticos y que incluso algunos medios se han atrevido a reproducir? El cuento que en Antioquia y en Medellín, las candidaturas las definirá la fiscalía o las cortes. Me niego a dar crédito a esta versión, porque aunque por muy pocas personas meto la mano en el fuego, a muchos candidatos de hoy si he conocido durante mi ejercicio profesional y político, y por ello manifiesto que no hay derecho a que los metan en este deshonroso saco. Ni a Gabriel Jaime Rico, Federico Gutiérrez, Oscar Darío Pérez, Carlos Mario Estrada, Cesar Eugenio Martínez, Sergio Fajardo, Carlos Ignacio Cuervo, les he conocido actuaciones o actitudes, que los haga merecedores de estar inmersos en el riesgo que este comentario contiene. Ni que hablar de Juan Gómez Martínez y de Aníbal Gaviria Correa, por ellos más aun, si me atrevo a meter la mano en el fuego. Esto no quiere decir que aquellos aspirantes a los que no hago referencia, tengan “rabo de paja”, simplemente no los conozco tanto.
Todos los mencionados o no, tienen la responsabilidad, ellos y sus equipos, de nivelar el debate por lo alto, no por lo bajo. Todos ellos sin excepción, todos, son políticos, hacen política y esperan ejercer cargos público-políticos. No deberían entonces con sus argumentos descalificar este ejercicio y enlodar más el prestigio de una clase dirigente maltratada por la opinión, a causa de las equivocaciones y despropósitos, hay que reconocerlo, de muchos. Orgullosa por el contrario debería estar Antioquia y Medellín, al confirmar que entre el gran número de aspirantes a dirigirlos, 10 para la alcaldía y 8 para la gobernación por ahora, independiente del nivel de recordación o de intención de voto que tengan, sobrarían dedos de una mano, al contabilizar aquellos sobre los que se pudieran hacer señalamientos, sin que esto siquiera les implique responsabilidad.
No podrá, ni debería ser argumento de campaña, resaltar que un candidato es más honesto que otro, se es o no honesto, y este no es un valor agregado o cualidad adquirida como para ser exaltada, simplemente, debería ser una condición natural del ser humano y mucho mas de quien decide dedicar su vida a lo público. Resaltarlo, sería dar crédito a la versión neo filosófica de los malogrados Nule, quienes afirman que: “la corrupción es innata al hombre” y que “eso es lo que esta tierra produce”. Los políticos antioqueños no deben decir mucho sobre la honestidad, deben por el contrario, ejecutar lo público de tal forma, que no queden dudas sobre sus acciones, para que la trasparencia y la honestidad no tengan que ser un tema sobre el cual indagar.
Ningún servicio le presta a la clase política, el que los mandatarios tengan que descalificar los cuestionamientos sobre sus ejecutorias, diciendo que son acciones de “los viudos del poder” o que son “señalamientos normales en época electoral”, nada más poco creíble para la opinión pública en general, que un político que pretende descalificar a otro para salvar su pellejo. Se necesitan acciones transparentes y ejecuciones diáfanas, que son más creíbles que las palabras claras y las explicaciones amplias.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Mas de la lechuza


Más que suficiente ha sido para los colombianos, el despliegue, muy amplio por lo demás, que todos los medios de comunicación le han dado al patadón que el “bárbaro” panameño Luis Moreno, le dio a la lechuza del estadio de Barranquilla. Con toda certeza, el calificativo es poco para semejante personaje, seguramente acostumbrado a resolver todos sus temas y a relacionarse con su entorno de la misma forma como obtiene su sustento. A las patadas.
Sin embargo y a pesar de considerar esta actuación como una barbaridad y creer que la sanción no se puede quedar en un millón de pesos y dos fechas de suspensión, porque según la Dimayor estaba incitando a las barras. Creo que el despliegue dado al suceso fue desbordado y lo que deberíamos empezar a considerar mas bien, es que pasa en un país donde los responsables de los espectáculos públicos, son capaces de actuar de esta forma; donde los encargados de transmitir la información sobre lo que es trascendente para el país, son capaces de dedicarle por varios días espacios de primera línea a este hecho; y por qué a los ciudadanos del común nos encanta sentirnos saturados de información como esta, cuando hay hechos de mayor trascendencia e impacto social.
Sabiendo lo difícil que ha sido la vida de la gran mayoría de ellos, el esfuerzo y la dedicación requerida para ser un buen futbolista y los desengaños a los que están sometidos, no entiendo por qué algunos de ellos se empeñan en desprestigiar su imagen, teniendo gustos y actitudes similares a las de los “traquetos”. Fácil es saber de quién es un carro vistoso, “bien engallado”, con el equipo de sonido retumbando a todo taco y con un “man” adentro, de gafas grandes y de camiseta con brillantes ajustada. Pero si el problema fuera de gustos pues respetable sería, es más, solo les diríamos que son muy Kitsch, que es el arte de lo mañe. Pero lo grave es la actitud, las ganas de atropellar, las ganas de obtener todo fácil o a la brava y el irrespeto por todo. Posiblemente más que fundamentación técnica lo que les falta a algunos, es estructura académica y social, razón por la cual, por culpa de dos o tres, difícilmente ganamos algo importante y por el contrario, nos acostumbramos a ver por parte de ellos muchos actos bochornosos.
Pero… y que nos pasa a todos los colombianos, comunicadores o no, que somos capaces de resaltar la muerte de una lechuza por la torpeza de un futbolista, sobre la muerte de cuatro ancianos a cuchilladas por robarles su pensión, o la muerte por hipotermia de un bebe de 20 semanas abandonado en Bogotá, o al cilindro bomba en una escuela rural de Campamento, o a la muerte de dos personas por una emboscada de la guerrilla, en una vía troncal en Urabá; hechos que se sucedieron, al igual que muchos otros de tanta o mayor gravedad, por los mismos días en que la lechuza se robaba todos los titulares. ¿Será que la insensatez de algunos futbolistas se nos transmitió a todos los colombianos? o simplemente ellos son la pública expresión de lo que esta perturbada patria produce.