jueves, 10 de marzo de 2011

Viudos del poder


¿Sera verdad ese comentario que hay por la calle, que con frecuencia se escucha en los mentideros políticos y que incluso algunos medios se han atrevido a reproducir? El cuento que en Antioquia y en Medellín, las candidaturas las definirá la fiscalía o las cortes. Me niego a dar crédito a esta versión, porque aunque por muy pocas personas meto la mano en el fuego, a muchos candidatos de hoy si he conocido durante mi ejercicio profesional y político, y por ello manifiesto que no hay derecho a que los metan en este deshonroso saco. Ni a Gabriel Jaime Rico, Federico Gutiérrez, Oscar Darío Pérez, Carlos Mario Estrada, Cesar Eugenio Martínez, Sergio Fajardo, Carlos Ignacio Cuervo, les he conocido actuaciones o actitudes, que los haga merecedores de estar inmersos en el riesgo que este comentario contiene. Ni que hablar de Juan Gómez Martínez y de Aníbal Gaviria Correa, por ellos más aun, si me atrevo a meter la mano en el fuego. Esto no quiere decir que aquellos aspirantes a los que no hago referencia, tengan “rabo de paja”, simplemente no los conozco tanto.
Todos los mencionados o no, tienen la responsabilidad, ellos y sus equipos, de nivelar el debate por lo alto, no por lo bajo. Todos ellos sin excepción, todos, son políticos, hacen política y esperan ejercer cargos público-políticos. No deberían entonces con sus argumentos descalificar este ejercicio y enlodar más el prestigio de una clase dirigente maltratada por la opinión, a causa de las equivocaciones y despropósitos, hay que reconocerlo, de muchos. Orgullosa por el contrario debería estar Antioquia y Medellín, al confirmar que entre el gran número de aspirantes a dirigirlos, 10 para la alcaldía y 8 para la gobernación por ahora, independiente del nivel de recordación o de intención de voto que tengan, sobrarían dedos de una mano, al contabilizar aquellos sobre los que se pudieran hacer señalamientos, sin que esto siquiera les implique responsabilidad.
No podrá, ni debería ser argumento de campaña, resaltar que un candidato es más honesto que otro, se es o no honesto, y este no es un valor agregado o cualidad adquirida como para ser exaltada, simplemente, debería ser una condición natural del ser humano y mucho mas de quien decide dedicar su vida a lo público. Resaltarlo, sería dar crédito a la versión neo filosófica de los malogrados Nule, quienes afirman que: “la corrupción es innata al hombre” y que “eso es lo que esta tierra produce”. Los políticos antioqueños no deben decir mucho sobre la honestidad, deben por el contrario, ejecutar lo público de tal forma, que no queden dudas sobre sus acciones, para que la trasparencia y la honestidad no tengan que ser un tema sobre el cual indagar.
Ningún servicio le presta a la clase política, el que los mandatarios tengan que descalificar los cuestionamientos sobre sus ejecutorias, diciendo que son acciones de “los viudos del poder” o que son “señalamientos normales en época electoral”, nada más poco creíble para la opinión pública en general, que un político que pretende descalificar a otro para salvar su pellejo. Se necesitan acciones transparentes y ejecuciones diáfanas, que son más creíbles que las palabras claras y las explicaciones amplias.

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