jueves, 14 de octubre de 2010

Cosas personales




Es frecuente que con estos cambios de clima, rápida e inesperadamente empecemos a presentar síntomas de las gripas tan comunes que vemos por ahí, a las que todos le queremos sacar el cuerpo, generalmente con resultados infructuosos. Eso fue lo que creí me había pasado esta semana, cuando mientras estaba en un centro comercial, se desato tremendo aguacero y posterior a el empecé a sentir un fuerte dolor de cabeza. Posiblemente por esta causa, u otra que aun no hemos podido encontrar, a las 4 de la mañana, este mismo síntoma me hiso acudir al servicio de urgencias de una prestigiosa institución hospitalaria. Cuál no sería mi susto, al ver que la doctora que me iba a atender, era la misma manicurista del salón de belleza que hay en el centro comercial, la cual yo había visto tan solo 8 horas antes comprando una hamburguesa.
La verdad fui muy bien atendido, la infraestructura, los equipos y las competencias profesionales de quienes me brindaron sus servicios no tienen tacha, ¡incluyendo a la manicurista!, que finalmente, resulto no siendo tal, sino una profesional de las más altas calidades, simplemente con un pequeño vicio que además de peligroso es degradante con los profesionales de la salud. Ella como muchos profesionales del sector, acostumbra ponerse su traje de cirugía o de atención de urgencias, lo que en el medio llamamos la “pijama”, desde su casa, o quitárselo solo al llegar ella, pero en el intervalo entre casa-hospital-casa, van al banco, entran al centro comercial o al mercado, a comprar el regalo para el amigo secreto o como lo vi no hace mucho, entran a la joyería a comprar el anillo de compromiso para la prometida; o simplemente como lo hiso quien me atendió, entro a comprar las viandas para una larga noche de turno. Otros salen a coger el bus, entran a comprar la leche y la carne para la comida o van al cine.
Pareciera, según se ve entre los muchos que además de andar con la “pijama” por toda la ciudad, también se cuelgan el carnet y el estetoscopio; que en las facultades de medicina, enfermería y otras instituciones formadoras de recurso humano en salud, no les enseñaran lo básico, ¿para que se usa ese traje?, precisamente para lograr todo lo contrario a lo que están haciendo, no contaminar los lugares de atención, ni llevar gérmenes de los lugares de atención a los espacios de concentración de público y mucho menos al hogar. Hay que enseñarles que esta ropa, no se hiso para que los ciudadanos se dieran cuenta a que sector profesional pertenecen o en cual se están formando. Para hacerse notar hay otras formas más asépticas.
Creo, que tanto las instituciones formadoras de recurso humano en estas áreas, como las secretarias de salud, deberían tomar acciones correctivas inmediatas, como también incluiría en los códigos de policía una sanción para quienes acostumbren hacer esto. Primero porque me parece que ridiculizan estas profesiones y segundo, que es lo más importante, porque están poniendo en riesgo la salud de todos aquellos con los que están teniendo algún contacto.
Como hoy me referí a cosas personales, van dos muy directas: una, para el cirujano de un hospital de Itagüi, él sabrá quién es, que gusta inclusive de ir a clase, con su ropa de cirugía. ¡Que miedo de todos los gérmenes que pueda llevar encima! Y dos, que pena con la doctora que me atendió, la verdad me pareció excelente médica, en su trato y en sus conocimientos, pero cuando la vi en el centro comercial, estaba vestida igualita a como se visten los peluqueros y manicuristas del centro de estética que hay allí.

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