viernes, 1 de octubre de 2010

¿Para donde se fueron?

Volver a hablar del tema de la Universidad de Antioquia para algunos sería redundante y para otros sería solo parte del profundo análisis que se debe hacer, no solo sobre esta institución, sino sobre toda la universidad pública en Colombia y aun mas, sobre la educación superior en general. Endilgar responsabilidades sería muy fácil, dependiendo de la posición o el estamento desde el cual se haga el juicio. Responsabilidad de todos: de un Estado sobreprotector y confundido entre la autonomía universitaria y la responsabilidad de garantizar derechos a todos los ciudadanos; de unos estudiantes y docentes que fluctúan entre la indiferencia, el temor a las fuerzas internas, hasta la colaboración y el ejercicio desestabilizador anárquico; y de unas directivas que por complacientes se convirtieron con el tiempo en alcahuetes y corresponsables de los muchos males que al interior del “alma mater” encontraron un excelente caldo de cultivo, germinaron, se asentaron y hoy amenazan gravemente su fin primordial y la institucionalidad.
Los disturbios generados por la adopción de la tarjeta integrada personal (TIP), solo fueron una excusa para evidenciar la lucha de poderes que al interior de la universidad se presenta. Disputa ilógica entre unas mafias de narcotráfico, prostitución, pequeño comercio, dominio de espacios y mucho más, contra la institucionalidad, responsable de definir y dirigir el rumbo administrativo y académico de esta colectividad. Disputa que nunca debió presentarse, por que los segundos jamás debieron haber permitido a los primeros y no podrán alegar desconocimiento o prematures del fenómeno, porque allí del “aeropuerto” se habla hace mas de 20 años y de los venteros ambulantes hace mas de 10, por solo mencionar dos ejemplos.
Pero este fenómeno no es exclusivo de la U de A, no el de las protestas, si no el de las lacras de la sociedad, que quieren carcomer las instituciones educativas. El problema no es que desaparezca de la de Antioquia los venteros ambulantes, el comercio y consumo de drogas ilícitas, el tráfico de armas, la presencia subversiva y la prostitución, el problema es que este mismo fenómeno ya es evidente en muchas otras instituciones de la ciudad y con seguridad del país. Pareciera que el Ministerio de Educación y la fuerza pública estuvieran asumiendo hoy la misma actitud que desde hace varios años tomaron las directivas de la U de A, actitud que hoy tanto lamentan y que tanto nos costará resarcir sus consecuencias.
Hay que caminar la sede en Medellín de la Universidad Nacional, hablar con algunos de sus directivos, docentes y estudiantes, para evidenciar la preocupación allí existente por la presencia y el incremento de estos fenómenos en los últimos tiempos y con mayor fuerza después del cierre de la U de A. solo transitar desde las afueras y mirar al interior desde la malla, causa tristeza ver jóvenes consumiendo droga, pero lo repito, este no es un fenómeno solo de la universidad pública, igual de deprimente es pasar por la avenida La playa entre el palo y Girardot, donde está ubicada la institución CENSA, ni las autoridades ni los directivos se han preocupado por lo que en las afueras de esta institución pasa desde tempranas horas de la mañana.
A todos nos corresponde preguntarnos ¿Para donde se fueron los que al interior de la U de A generaron la inestabilidad? La respuesta la encontramos como mínimo, al frente de todas las universidades o institutos técnicos y tecnológicos de la ciudad, donde cada vez más se ve un desorden que poco a poco llega al caos. No se salvan ni las más encumbradas universidades ni los más modestos institutos.

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