jueves, 21 de octubre de 2010

“Los errores de los médicos…”


Cuando de juzgar a los profesionales de la salud se trata, y sobre todo con los médicos, siempre se es implacable. Sea en las reuniones sociales, en las comidillas de barrio o de pueblo, o en los estrados judiciales, a ellos se les trata sin consideración, no se les admite mal temperamento, mala presentación, y mucho menos un equívoco técnico. En las Cortes, existe la premisa de “ser profesionales de alta formación técnica”, lo que para muchos significa que lo deben saber todo. A un médico, no se le perdona que al ser consultado dude, y mucho menos que diga no sé. Y hasta razón tendrán quienes juzgan así, a estos profesionales solo les confiamos dos cosas: la salud y la vida, no más estas dos “bobaditas”, de allí la validez del refranero popular cuando dice: “los errores de los médicos se tapan con tierra”.
Quienes asumen la responsabilidad de formarse en estas áreas, saben antes o durante sus estudios, cual es la responsabilidad que asumen y cual el costo de sus errores, y al terminarlos, refrendan su compromiso haciendo el juramento Hipocrático. Por eso tanto sacrificio: antes, porque difícilmente un mal estudiante del colegio ingresará a una facultad de medicina; durante, por que el costo económico, personal y aun social para lograr mantenerse en la universidad es muy alto; y después, porque bien lo enseñan los maestros, médico que deja de estudiar un día se desactualiza un año.
Sin embargo, este grado de exigencia y este nivel de observancia con los profesionales de la salud, no se compadece con la remuneración que tal nivel de responsabilidad demandaría. Hoy los médicos generales están sometidos o la más inmisericorde explotación, por parte de las EPS y los prestadores de servicios de salud, a demás de coartar su capacidad profesional, limitándoles el tiempo y los recursos técnicos, sus salarios son paupérrimos. Muchos empleadores los contratan con un básico, de un salario mínimo mensual vigente y sobre este pagan a la seguridad social y el resto lo entregan a manera de bono o bonificación, lo que nos llevará a tener varias generaciones de médicos jubilados con un salario mínimo. Otros, que son la mayoría, deben trabajar turno y medio o dos turnos, para poder tener un nivel salarial medianamente digno, que les permita educar a sus hijos con calidad y vivir decentemente. ¿Es justo esto con un profesional que requirió 11 semestres de formación universitaria, dos de internado, uno de rural y la obligación de estudiar diariamente y estar en permanente actualización?
Todos los proyectos de Ley que actualmente cursan en el Congreso, que buscan modificar el sistema general de seguridad social en salud, están proponiendo como eje rector, la atención primaria en salud (APS), servicio que estaría sustentado en los equipos de salud familiar, en cabeza de un médico general con enfoque de familia. ¿Si será posible que funcione un sistema cuando sus profesionales base, están explotados y sin incentivo? Ninguno de los mencionados proyectos está considerando políticas de formación, actualización continua y remuneración de los profesionales de la salud. Y este es uno de los temas críticos, en el caos que padece el sistema de salud colombiano. Nadie se pregunta ¿por qué en las regiones hay tan pocos especialistas?, ¿por qué los médicos generales no ven la hora de terminar el rural para venirse a la ciudad?, ¿Por qué hay tan poquitos cupos para hacer especialidades?, ¿por qué en las ciudades no se consiguen camas para atención de patologías de mayor complejidad? Ninguna de estas preguntas se las están haciendo quienes están proponiendo reformas al sistema de salud colombiano; si se las hicieran y les buscaran respuesta, resolverían gran parte del problema.

1 comentario:

  1. muy cierto carlos, me gusto mucho tu artículo, sobre todo cuando se les critica bien sea porque es muy serio, porque no se rio conmigo,,se les olvida que son seres humanos con problemas como todos,,,,

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