jueves, 21 de abril de 2011

Semanas de pasión



Fueron muchos los colombianos que según su Fe y tradición religiosa, no pudieron recogerse, vivir y disfrutar la Semana Santa, por el contrario, una gran mayoría de ellos, la padecieron con gran rigor, por el sufrimiento de perder un ser querido en una tragedia, el sin número de enfermedades que la condición climática genera o perder todo aquellos que por tantos años se ha luchado. No fue una semana de pasión, han sido muchas, tal vez con una corta interrupción se podría decir que la pasión ha sido de años.
Sin embargo la queja sigue siendo la misma, no se ven acciones efectivas del gobierno. Es entendible que quien se ve afectado por la inclemencia del tiempo, al primero que encuentre para endilgarle la responsabilidad es al gobierno, así la circunstancia se presente por imprudencia del ciudadano. Lo anormal es que sean las mismas poblaciones, de las mismas regiones, las que sigan manifestando las mismas quejas. ¿Qué pasa entonces? Justa o injusta la responsabilidad, el gobierno si tiene la obligación de intervenir allí, donde cualquier ciudadano tiene un riesgo. No siempre es negligencia, incluso no es falta de recursos, porque existe el fondo nacional de calamidades y en lo regional, un Departamento administrativo, con nivel de secretaría de despacho, con presupuesto propio y una obligación ordenanzal de reserva presupuestal para atención de emergencias. Posiblemente este sea uno de los problemas, hay mucha preocupación por atender las emergencias y para ello, definitivamente no habrá presupuesto que alcance.
Difícilmente, por lo menos en Antioquia, habrá una familia que en los días siguientes a una tragedia, padezca hambre o frio, uno por la solidaridad ciudadana y dos por la eficiencia del gobierno departamental en llegarles a ellos con los kit de emergencia. Pero a renglón seguido, difícilmente encontrará una familia que meses después a la emergencia tenga una solución definitiva a su problema, como mucho menos la habrá, que pueda decir que a pesar de haber identificado y notificado el riesgo, hubo acciones efectivas para mitigarlo. Y la razón es muy sencilla, la tramitología colombiana hace muy difícil que se puedan desarrollar obras y acciones efectivas y oportunas de mitigación de riesgos y de recuperación de desastres. Sin embargo, si es muy fácil apropiar, gastar y en ocasiones malgastar y desviar, todos los recursos necesarios para la fase de emergencia, condición esta que por su misma naturaleza, está generalmente poco sujeta a la intervención de los organismos de control.
No es necesaria mas normatividad para que las acciones de prevención y recuperación se puedan desarrollar efectivamente. Si los Comité locales y regionales de prevención y atención de desastres, fueran realmente operativos y dejaran de ser una instancia de bolsillo del alcalde, que se limita a mandar a recoger unas firmas para el acta de una reunión que no se hizo, si no que con responsabilidad y sin politiquería, levantaran el mapa de riesgos, el inventario de obras de mitigación y la priorización de ellas según la población vulnerable, y a su vez los comité regionales priorizaran y cofinanciaran según los criterios de vulnerabilidad y no los de rentabilidad o necesidad política. Los problemas legales serian mínimos, como mínima la necesidad de atención de emergencias y las acciones de recuperación. De no ser así, serán muchas más las semanas de pasión que le llegaran a los colombianos.

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