viernes, 12 de febrero de 2010

¡TAN “OLÍMPICOS”!


¿Cuántos padres responsables en Medellín o en cualquier ciudad de Colombia, son capaces de acostarse a dormir tranquilamente en las noches, a sabiendas que sus hijos o hijas, como es mi caso, aún están por fuera de la casa? Por lo menos yo no soy capaz.

Y no es un problema de confianza o desconfianza sobre ellos, la incertidumbre es si estarán o no en el lugar, en el momento y con las personas adecuadas. Ese desvelo del que sé, padecemos muchos, con seguridad se deberá vivir con mayor dolor en aquellos barrios donde el conflicto se vive día a día o minuto a minuto.

Un grupo de ciudadanos, todos de bien, han buscado la posibilidad de acercar a los grupos violentos, explorando la posibilidad de una tregua y así apaciguar la tragedia que se está viviendo en los barrios de nuestra ciudad. Razón podrán tener aquellos que digan que con estos acercamientos solo se lograría tener una paz ficticia. Pues prefiero esto a tener que seguir sumando jóvenes muertos en la ya larga lista de una generación que está desapareciendo por las balas en Medellín. Y estoy seguro que también lo prefieren aquellas madres que no pueden llevar a sus hijos al colegio, no pueden salir tranquilas a comprar la leche, o simplemente no pueden convivir con sus vecinos, porque los enfrentamientos no les permite ejercer el libre y soberano derecho de “andar la calle” y por el contrario, solo las están transitando en cortejos fúnebres enterrando a sus hijos.

Tan “olímpicos” aquellos que simplemente señalan y critican a valerosos ciudadanos que son capaces de buscar, conversar, y proponerles algo a aquellos tan violentos a quienes la mayoría de cobardes colombianos no somos capaz ni siquiera de acercarnos. Les han propuesto una tregua, no de los delincuentes con el Estado, sino entre ellos, lo que no comprometería para nada el ejercicio pleno de la justicia y de la fuerza pública. Es preferible tregua que guerra, tregua puede ser el primer paso para el acercamiento de un tercero que los invite al sometimiento a la justicia.

No entiendo entonces que reclama el gobierno: ¿sometimiento?, éste no ha sido capaz de lograrlo ni por la vía de la convicción, ni de la fuerza, sin embargo la frustrada tregua no habría limitado las posibilidades del gobierno para que con sus herramientas constitucionales lo impusiera. No obstante el apresuramiento, el afán mediático, el miedo, la incapacidad o no sé qué otra extraña fuerza humana volvió otra vez a frustrar la posibilidad de por lo menos evitar una muerte y un dolor más a cualquier habitante de nuestra ciudad y esto solo hubiese justificado para mi cualquier acercamiento y cualquier pacto, máxime si este no atentaba contra la soberanía de nuestras instituciones.

Quisiera poder tener la tranquilidad de dormir, sabiendo que mis hijas no están corriendo el riesgo de estar en el lugar equivocado, donde se presente uno de los ya tristemente cotidianos enfrentamientos entre grupos delincuenciales. Quisiera tener la tranquilidad de saber que para todos los colombianos la vida fuera el más precioso bien y que todos buscáramos protegerlo de los bandidos violentos, con treguas, sometimientos y preferiblemente por la efectiva acción de la fuerza pública.

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