viernes, 5 de marzo de 2010

ENTRE LA RUBIA Y LA MORENA

En el transcurso de este proceso electoral se ha ido sembrando en mi, una duda que espero tenga no solo solución, sino que esta sea tranquilizante y esperanzadora, porque la realidad que me ha despertado esta inquietud por el contrario es desalentadora y angustiante. ¿Quién y cómo, van a hacer política en los próximos años? No paro de preguntarme cada que transito una carretera, cada que voy a un municipio o cada que converso con un ciudadano que se autodenomina “líder”.

Así como detesto que generalicen y me metan a mí en la misma bolsa de todos los políticos a los cuales todos los ciudadanos y algunos de los periodistas nos juzgan, critican y señalan, en muchos casos sin el suficiente conocimiento de quienes somos, de que vivimos y que queremos. No voy a generalizar diciendo que todos aquellos que se consideran lideres son iguales, pero si tengo que lamentar que algunos de ellos utilicen esta condición para obtener un beneficio particular por encima del de sus liderados. Este comentario es precisamente uno de los temas por los cuales hoy tengo esta duda.

Pero creo que hay que esculcar en otro lado y la pregunta tendrá que ser: ¿Por qué estos personajes se volvieron así? Y la respuesta me atropella en cada esquina de la ciudad, en cada cuadra de los municipios del área metropolitana y de los municipios de Antioquia donde algunos candidatos y candidatas al congreso hacen evidente el derroche de recursos. La respuesta me atropella en cada poste, árbol, casa, muro, piedra de Antioquia que no se salva de la inmisericorde avalancha ensuciadora de esos candidatos que pagan y pagan para que peguen y peguen. ¿Cómo no pedirle plata a aquellos que tienen o aparentan tener tanta? Aunque no todos paguemos siempre habrá uno o una que si lo haga.

Hacer política será en muy corto tiempo una profesión restringida a aquellos que sean tan cercanos a los medios de comunicación, que con la ayuda de estos puedan generar alguna opinión o imagen; para aquellos que estén dispuestos a gastarse el patrimonio de sus familias en una contienda desleal o para aquellos que no tienen escrúpulos en recibir y utilizar en sus derrochadoras campañas dineros de actividades ilícitas o ilícitamente obtenidos del erario público. Que los gobernantes tengan candidatos de sus preferencias no me parece ni extraño ni anormal, pero que hagan uso indebido de las administraciones para beneficiarlos, si me parece anormal, indebido e ilegal, como igual lo es, el pretender que del ejercicio de lo público se obtengan los recursos para financiar estas candidaturas. Pero lo más anormal de esto es que todos lo ven, lo sienten, lo viven pero nadie lo comprueba. Unos porque no tenemos las herramientas para hacerlo y los que las tienen como los organismos de inspección y control, porque tradicionalmente se hacen o les interesa no verlas.

De todas maneras creo que en Colombia y Antioquia hay alternativas diferentes, que no estamos sometidos a escoger solo entre la rubia y la morena, a dejarnos seducir solo por las prebendas burocráticas y administrativas o la alternativa de vender nuestro liderazgo político y mi voto. Antioquia tiene otras posibilidades, con propuestas y contenido, con tradición de honestidad, transparencia y decencia. Y con la esperanza de ejercer liderazgos de futuro no sujetos a los renovados viejos vicios politiqueros.

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