jueves, 1 de julio de 2010

¿Qué pasa con los jóvenes?


Aun que para muchos es evidente la razón por la cual el profesor Antanas Mockus perdió las elecciones, hay una situación que para algunos aun no tiene una explicación válida ¿Cómo en tan poco tiempo esa gran euforia ciudadana pasa a ser tan solo el 27.5% de los votantes?
Para pesar del candidato perdedor y del equipo político que en torno a él se armó, ese gran potencial que hasta hace unas pocas semanas parecía arrasador, no paso de ser una más de esas irresponsables euforias juveniles que llenan estadios, corren rumores, idealizan figuras que tan rápido suben como bajan. Por lo menos en Colombia este es el común denominador en todos los procesos sociales que se estructuran sobre bases juveniles. La campaña verde depositó toda su esperanza en el poder transformador de una juventud que con más arrebato que responsabilidad, corrió el rumor que iban a cambiar la historia del país, pero que finalmente ni siquiera salieron a votar.
Esta no es la única candidatura que se queda colgada por cuenta de los jóvenes, tal vez si la más visible, pero no la única. Fueron muchos los candidatos al congreso que hicieron grandes esfuerzos para a través de los medios electrónicos llegar a este grupo poblacional, y fueron muchos los entusiasmados al ver como abrumadoramente crecía el numero de amigos en su red de facebook o en los grupos creados para promocionarse; como cada día subían sus seguidores en el twitter y flicker, como las estadísticas de visitas a sus páginas web se incrementaban y esta se posicionaba como una de las más buscadas. Y sin embargo el día de las elecciones su votación en las mesas correspondiente a la población más joven, no subió en la proporción que subió la participación en sus medios electrónicos o la asistencia a los conciertos que programó en campaña. Fueron muchos los candidatos que convencidos de su presencia en las universidades como directivos, docentes, estudiantes destacados o simplemente populares, se quedaron esperando que sus amigos compañeros y supuestos admiradores juveniles votaran por ellos. No menor fue el número de dirigentes deportivos regionales y nacionales, personajes de la farándula deportiva, melo-dramática y cómica, con una supuesta gran ascendencia entre la población joven, que hoy todavía se preguntan ¿Por qué si les caen tan bien no votaron por ellos?
Si de responsabilidades se trata tal vez los de menor son ellos, los jóvenes, porque en una sociedad proteccionista, donde la cultura es cuidarles, hacerles y proveerles todo a los hijos, hasta que “mi dios me lo permita”, estos no asumen con responsabilidad sus emociones, sus pasiones, ni sus convicciones. Porque siempre habrá quien lo haga por ellos o porque siempre habrá un medio que le permita no tener que ponerse de frente a su responsabilidad. Fácil es para muchos vociferar o amenazar, convencer y seducir, como también sumarse a cuanta causa exista sin estar dispuesto a aportar nada más que un clic, porque el anonimato de la internet se los permite.
Muchas cosas le faltaron al profesor Mockus pero una de las fundamentales fue no haber tenido la certeza que los jóvenes pasarían de la emotividad en la red a la racionalidad en las urnas. No entendió el candidato que lo que él había identificado como una necesidad nacional, sería además su gran falencia, la falta de educación a los jóvenes colombianos para que comprendan y asuman con más responsabilidad todos los actos de sus vidas.

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