jueves, 13 de mayo de 2010

En defensa de las chuzadas


En un País como el nuestro, que carga como lastre más de 50 años de violencia política, de la cual han nacido lacras como la guerrilla, el paramilitarismo, el terrorismo y que directa o indirectamente también ha facilitado el incremento de la corrupción y el narcotráfico. Pero que como si fuera poco, quedó por gracia de un vecino mandatario “rico” con ínfulas expansionistas, en medio de un vecindario hostil. Le corresponde al Gobierno redefinir conceptos como el de seguridad, el de seguridad pública, seguridad nacional, seguridad del estado y seguridad ciudadana; porque es a este, al Gobierno, a quien todos reclamamos la garantía de esta seguridad, entendiendo que ella está a cargo exclusivamente de las autoridades estatales.
Creo en la seguridad nacional como “La noción de relativa estabilidad, calma o predictibilidad que se supone beneficiosa para el desarrollo del país. Así como los recursos y estrategias para conseguirlo”. Y en aras de ella reclamo del Gobierno Nacional, como todos los ciudadanos, la garantía de la protección a la integridad del territorio, la estabilidad institucional y el orden constitucional. Pero así como tengo el derecho de reclamar, tengo la obligación de otorgar al Gobierno la posibilidad de utilizar las herramientas que la tecnología ofrezca para cumplir a cabalidad con mi exigencia.
Con frecuencia, tal vez mas de la usual, vemos como las lacras que la violencia de este País ha engordado, han infiltrado todos los estamentos de la sociedad, de ello no se salvan ni las altas cortes, ni el alto Gobierno Nacional, que hablar del Congreso o las administraciones regionales y locales, la iglesia, la empresa privada, en fin; quien no tiene un ejemplo cercano de uno de estos males acechándole. Cuando se descubre esa infiltración de inmediato nos vemos sumidos en un gran escándalo Nacional, en el cual le endilgamos la culpa al Gobierno por no haber previsto, descubierto a tiempo, informado oportunamente sobre esta situación. Pues como hacerlo, si la sociedad misma se ha encargado de limitar las herramientas que se lo permitirían.
¿Para que se crearon los organismos de seguridad e inteligencia del Estado, si no era para garantizar la seguridad e integridad de este? En tanto la información obtenida que sea de carácter personal, familiar o moral, y no amenace la seguridad del Estado, no sea utilizada con otros fines, no entiendo cosas como: ¿Por qué el País se escandaliza porque interceptan las llamadas de unos, pero a renglón seguido critica por que al no hacerlo se puso en riesgo la seguridad del Estado y de sus ciudadanos? ¿Por qué no seguir y escuchar a aquellos de quienes se sospecha tienen encuentros y hasta negocios con los cabecillas de la guerrilla? ¿Por qué no escuchar a aquellos que con Chávez confabulan contra la integridad y soberanía Nacional? ¿Por qué no vigilar a algunos magistrados que a la luz de muchos colombianos están negociando y vendiendo la justicia? ¿Por qué no seguir a aquellos sacerdotes que abusan de los niños? ¿Por qué no interceptar a aquellos políticos que compran sus curules, venden sus votos, negocian los cargos y desestabilizan la democracia?
El Gobierno Nacional debería centrar su esfuerzo en justificar las razones prácticas y filosóficas, por y para las cuales desde siempre, en Colombia y en cualquier País del mundo, se crearon los organismos de seguridad e inteligencia del Estado. No se puede negar un hecho que es innegable, sabiendo que es de su naturaleza misma, de serlo estaríamos en frente de la ineficiencia e incapacidad del Gobierno y de las instituciones para protegerse y proteger a los ciudadanos, la sociedad y al Estado.

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